Htilil
Carmen Zea

Vivo y sueño bajo las aguas del lago, a unque ya no tengo que esconderme. Cada primavera -durante el deshielo- vienen a verme hombres y mujeres de todo el mundo y puedo leer el respeto y la admiración en sus ojos. No siempre fue así, pues desde mis orígenes fui rechazada por todos. Repudiada. ¿Mi delito? Querer ser igual al hombre. Hoy hablamos mucho de igualdad, pero el camino hasta conseguirla es largo… y duro.

Cuando un dios creó los mundos, nací yo. Llegué libre y al mismo tiempo que Nada[i] (así llamo yo a Adán). A los dos nos hicieron de tierra. Iguales.Por eso yo siempre lo traté de tú a tú. Nunca me sometí, y fui castigada por ello. Maldita para hombres y mujeres, me condenaron a vivir alejada y a ser amante de demonios y madre de súcubos. Ignorada por todos, incluso borraron mi rastro de la genealogía de las mujeres, de las desgraciadas hijas de Ave[ii], que así llamo yo a Eva, la segunda mujer -la inferior, porque ella sí, ella proviene de una costilla de Nada y por eso es dependiente y volátil como un apéndice – Ave nunca fue igual porque ya nació en condiciones de desigualdad.

Durante siglos educaron a mis hijas ajenas a mí. Ignorantes de mi existencia, fueron las desgraciadas hijas de Eva en lugar de las orgullosas hijas de Lilith. Conocieron el mundo, las ciencias, el pensamiento, la cultura, pero siempre de la mano de un hombre. Un mundo donde la mujer que no seguía las reglas -inventadas por ellos- era golpeada por la vida y tenía un triste final. Como me pasó a mí.

 Pero incluso cumpliendo las reglas, la mujer criada a imagen y semejanza del hombre, era un ser en el que el hombre no se reconocía; y la consideraba incomprensible, como algo oscuro, a veces terrible, como la selva oscura o el continente desconocido, e incluso peligrosa como la Medusa. La sociedad había sido dividida por sexos, en dos clases, la diáfana que organizaba el mundo, y la otra, la oscura, la peligrosa colonizada, que paría y obedecía.

Todo eso está lejos ya… Hoy me tienen en cuenta, incluso me miran con gratitud porque gracias a las mujeres como yo, que preferimos el sacrificio a la norma injusta, la sociedad fue cambiando y hoy las mujeres son más libres, aunque algunas están todavía ancladas en suelo pegajoso y limitadas por techos de cristal. Pronto vendrán otras que traerán las alas para despegar de los suelos pegajosos y sobrevolar los techos de cristal.

Y ese día, yo habré acabado la andadura que comencé hace miles de años y que después continuaron otras, como Antígona que con su lamento bajo tierra atravesó siglos de piedra ayudada por las voces de María Zambrano y de Simone de Beauvoir; voces que llegan hasta hoy con Hélène Cixous. Mujeres todas, que abrieron las tumbas, despejaron los caminos, y unieron las quejas, los lamentos y las injusticias de siglos en un futuro de una sola palabra. La mía, la tuya, la de todos. Y la gritaron al unísono: ¡Igualdad!

Y yo estoy con ellas, aunque sigo en el lago porque me acoge y aporta calidez a mi soledad acostumbrada, y ahora elegida. Quizá alguna primavera llegue un Narciso, en el que pueda reconocerme y completarme, lo mismo que él en mí. Con ello sueño desde el primer día.


[i] NADA contenido en el ADN del nombre de ADAN. Para los NADA las mujeres son seres inferiores.

[ii] AVE contenido en el ADN del nombre de EVA. Para las Lilith/Htilil las AVE son seres inferiores que revolotean a las órdenes del Otro, en esta historia alrededor de NADA.

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