La niña que creó las estrellas
Conchi Gallego

Madre buscaba ramas y trabajaba después del trabajo, para cuando Niña “se haga mayor” porque Niña está creciendo y ya se le nota en el cuerpo.
Madre no quería que Niña le ayudara en la construcción de la cabaña para cuando Niña tuviera que estar encerrada sin salir y sin mirar a nadie, sólo mirando al suelo.
Niña conocía la leyenda de las estrellas y cada noche llenaba sus manos de cenizas de la hoguera y las lanzaba al firmamento para alimentar a la Vía Láctea, que lucía poco. Luego se tumbaba en el suelo cerca de la cueva y se dejaba envolver por las lucecitas que se esparcían sobre ella y le susurraban cosas al oído. Y permanecía atenta para ver si caía alguna; entonces se imaginaba que subía en la estela de luz y se paseaba con cuidado por el caminito que titilaba y jugaba con las estrellas frotándolas para aumentar su brillo.
Madre hizo la cabaña pequeña con una puerta pequeña para Niña que pronto iba a dejar de ser pequeña.
Niña pasaba largo rato con sus ojos llenos de luces que temblaban en cada parpadeo hasta que se dormía. Con el primer rayo de sol, apagadas las estrellas, Niña apretaba con fuerza los ojos para retener los restos de luz que se habían quedado enredados entre sus pestañas.
Madre guardaba raíces y trozos de carne de gacela secos en el interior de la cabaña y consultaba al chamán sobre el momento adecuado para que Niña entrara. Acordaron que lo hiciera cuando la luna ocultara su cara y las estrellas lucieran mejor.
Madre y Niña hablaron una noche después de lanzar las cenizas al cielo y frotar sus cuerpos por si caían estrellas y así verlas mejor; luego Madre pidió a Niña que al amanecer entrara en la cabaña para iniciar el rito de hacerse mayor.
Niña entró pequeña, se sintió llena de estrellas y comió raíces y carne de gacela cazada por Padre y cuando salió, Niña miró al suelo hasta la llegada de las primeras estrellas que le hicieron guiños desde arriba para darle la bienvenida al mundo de los mayores y aunque ya era mayor, siguió lanzando cenizas al firmamento y se dejó envolver por la bóveda estrellada.

Deja un comentario