El jazmín
Teresa Flores
―¡Si no podas tu jazmín lo quemo! Juan se rió de forma irónica, con esa risa que a ella antes tanto le divertía pero que ahora la sintió como una patada en el estómago. ―Te lo digo muy en serio …
―¡Si no podas tu jazmín lo quemo! Juan se rió de forma irónica, con esa risa que a ella antes tanto le divertía pero que ahora la sintió como una patada en el estómago. ―Te lo digo muy en serio …
Cuando Rafaela abrió los ojos no sabía dónde estaba. Aquella habitación grande era desconocida para ella y tampoco recordaba cómo había llegado hasta allí. Se volvió y descubrió a su espalda una puerta de cristal corredera, de esas que se …
No por cotidiano deja de ser especial. Algo a lo que no daba importancia, a partir de este momento, es todo un ritual de alegría y temor. Dos emociones que muy raramente van tan unidas, ¿Cómo un sentimiento de alegría, …
Hace casi cuarenta años que Daniel no caminaba por el barrio en el que había crecido. Tras haber vivido la mayor parte de su vida en aquella urbanización de edificios color naranja, se marchó a trabajar al extranjero. Sin embargo, …
Para culminar, el Apocalipsis. Así terminaba el titiritero sus obras. Con todos los personajes muertos, amontonados sobre el escenario. Buenos, malos, caballeros, doncellas, jueces, inocentes y culpables. A veces morían de amor, otras a causa de una bomba atómica, un …
La maleta estaba siempre encima del armario del cuarto de los papás, envuelta en una sábana blanca y vieja que tenía una F y una C bordadas en azul. Sita, desde sus siete años, apenas alcanzaba a verla desde el …
Mateo era una persona anodina, de esas que caminan por la vida y que, salvo por su pelo, pasaría desapercibida. Tenía una incipiente calvicie que intentaba disimular colocándose pelo de atrás hacia delante. Lo llevaba engominado y le daba un …
Hacía un buen rato que Susana daba vueltas por las calles adyacentes al centro comercial en busca de un lugar donde dejar el coche. Odiaba los aparcamientos públicos. Le producían autentico repelús esos subterráneos siniestros en los que nunca penetra …
Mamá no sabía cocinar. O al menos era lo que él repetía un día tras otro nada más sentarse a la mesa y probar la comida. Arrugaba sutilmente la nariz antes de tragar la cuchara que acababa de meterse en …
La calle Ayacucho, oscura y fría, comienza a desperezarse con el zureo de las palomas en los tejados. El diariero, guarecido en su kiosco, ordena los atados de periódicos que le dejó el camión en plena madrugada, mientras observa todo: …